martes, 8 de julio de 2008

"Four" o como cagar sin cagar

Este video lo hizo Yoko Ono en 1967, dentro de lo que se llama Arte Conceptual. Titulado "Four" (cuatro en castellano, ejem), este corto quiere expresar la doble dualidad del todo, es decir, cuando el todo es uno y al doblarse se hace dos, si esa dualidad es doble, el dos se hace cuatro, por eso lo de ver ese trozo carne que parece dividido en cuatro con el ojete en medio. Al entender ésta paradoja, Yoko puso la cámara a la altura de sus nalgas y se puso a andar de espaldas a ella en una cinta andadora. Con más de cinco minutos de metraje nuestra amiga Yoko lanzó este reto al mundo entero, ¿quien tiene cojones de tragarse este video de su culo moviéndose (sin que nada se lo rompa) durante más de cinco minutos?. Después de años y años de espera, aqui el menda se lo ha tragado para comprobar que efectivamente era así. La espera ha merecido la pena y por fin alguien le ha sacado el significado real a este dilema. ¿Expresa realmente la doble dualidad del todo o más bien los pocos que hemos perdido la paciencia en ver este video hemos comprobado que por ese culo no sale ninguna mierda?, que más bien, este corto es una mierda. Pero cuidao, de Yoko Ono y sin ofendera a nadie, porque mierda, lo que es mierda, no se ve, mire usted.


martes, 1 de julio de 2008

Tomando medidas

La Asociación Española de Andrología sacó hace tiempo a la luz un estudio sobre el tamaño del pene en España en el que afirmaba que la media de los españoles era de 13,58 centímetros. Interesante noticia sin duda, ¿pero a quien le interesa realmente ese dato? Me surgen dudas, no lo tengo claro, este tema me huele a chamusquina. Es verdad que por naturaleza el macho humano tiende a mostrar, mimar y sobretodo comparar su miembro viril. Esas miradas de soslayo en los gimnasios masculinos no responden tanto a una sexualidad poco definida, sino más bien a buscar una verga más pequeña que la nuestra. Parecemos siempre preocupados de no dar la talla y para casi todos eso es más importante que cualquier otra cosa en el mundo. Nuestro pene, ese aliado fiel escondido tras la cortina, ese monstruo de un solo ojo que gruñe enfadado por su encierro, ese cabezón que va por libre y hace creer al cerebro que él manda, el miembro más hedonista que lo acartona todo centra la vida del homo erectus cuando éste está erectus. Y cuando le vemos despertar y montar la tienda de campaña corremos a buscar el metro poseídos por la certeza absoluta de que nuestra poya es la mejor y más grande del universo (excepto, claro esta, la que sale en la película “Señor negro, ¿usted cree que me va a caber todo eso?”).

Esto que he contado, lejos de parecer intrascendente, creo que es la base de la conspiración que los poderes fácticos del país han comenzado a divulgar. Tener al pueblo enfadado, infeliz y descontento es un riesgo que no pueden correr los más poderosos. Seguramente tienen contratados a buenos estudiosos del tema para desarrollar diferentes mentiras institucionales muy bien orquestadas cada vez que surge un problema serio, como es esta crisis que azota a nuestro solar patrio.

“¿Qué podemos hacer?” se dirán en innumerables reuniones y gabinetes de crisis para luchar con el descontento nacional. “Hemos ganado la Eurocopa de fútbol, eso será suficiente”, dice un becario listillo, a lo que le responde su jefe “Sres., no subestiméis a la plebe enojada. Algunos ya son capaces de pedir libro de reclamaciones”. Y por fin, del fondo de la oscura sala de reuniones se oye la voz de aquel que sólo habla cuando tiene algo importante que decir, “¿Y el pene?”. Enmudecidos todos ven como al jefe de departamento le resbala una lágrima por su castigada cara.

Si señores, ese es el plan. Después de desarrollar esa idea por fin han lanzado el anzuelo. La Asociación Española de Andrología o bien ha sido coaccionada, comprada o peor aún, han dado muerte a todos sus miembros, para poder lanzar la noticia que la media del pene de un español (de la mítica Iberia, miren ustedes) es de 13,58 centímetros… ¿¿13,58 centímetros??. La reacción del aburrido oficinista que como siempre fiel compra su periódico dominical al leerlo, es correr a su casa y darle lo suyo a su sorprendida señora mientras hacía la cama “¿¿13,58 centímetros??”, se repite en su cabeza mientras empuja las caderas de su santa señora “¿¿¿¿13,58 centímetros????, ¡pero si yo la tengo casi de 20!, soy la leche”. A los pies de la cama queda el noticiario pisado y maltrecho por la emoción, y nadie en esa casa seguirá leyéndolo para darse cuenta de lo mal que está todo. Lo mismo ocurrirá en casa del panadero “¿Pero si a mi me mide 23 cm?”, y en casa del estanquero “¿Pero si a mí me llega a la rodilla?”. Porque aquí en España nadie se gasta una talla tan poco patria (¿¿13,58 centímetros??), pero dónde se ha visto hombre, ¡que desfachatez!... o no.