miércoles, 30 de mayo de 2007

La pose


Siempre me llamó la atención las poses serias en las bandas musicales. Preocupados, altivos, miradas distraídas pero reflexivas… joder, que gente, tendrán un quehacer diario tan denso, un discurrir mental para la creación artística, guerra neuronal en pos del ocio colectivo. Estos chicos de moral distraída lo dan todo por nosotros, unos grupis en potencia sedientos de iconos mediáticos, guías en nuestro hastiado día a día, alguien que nos diga que trapos ponernos.

Pero no es fácil, estos señores tienen una colosa tarea, y se les nota en su rostro, en su flemático andar, en su estudiada postura al encender ese pitillo. Siempre se oirá al inconsciente que exclame sin rubor que así no se puede ir por la vida, cuando estos gandules sólo tienen barra libre haya donde van, chicas con más copas que tapujos y encima cobrando. Pero donde se ha visto semejante vileza, dirán.

Criticar lo que se desconoce, tirar la piedra y esconder la mano, pero yo en verdad os digo queridos míos, que esas fotos, esas poses aparentemente estudiadas son fruto de noches desenfrenadas de alcohol y sexo que terminan bien temprano para conseguir las luces del amanecer, y junto a una enorme resaca deja impregnado ese ambiente bohemio, descarado, que sólo tienen las grandes bandas de rock… si señor.

O eso, o es que son unos caraduras los tios jodios.

martes, 15 de mayo de 2007

APOCALIPSIS – Muerte a granel


Porque tanto miedo a la Apocalipsis, pero esto que es, a donde vamos a llegar carallo. Estamos hablando de que todos nos ponemos de acuerdo para espicharla, pues bien, dónde esta el problema. Viva la democracia, nos la llevamos hasta el final, muerte a granel para los humanos. Todos los días mueren personas en cualquier rincón del mundo este, un menda se la pega en su coche, le cae una rama en chorla, se resbala en el bidé… toda una variedad de diñar al alcance del más pobre, del más rico o del más guapo (ejem). ¡Esto si que es democracia coñe!, pero se puede mejorar, si señor.
Que me dicen si transformamos ese fenecer del anciano solitario abandonado por su familia en su casa, aburrido, pobre, sin que nadie se de cuenta hasta que el hedor de su carne descompuesta llame la atención al vecino indignado que llama raudo y cívico a las autoridades para que se hagan cargo. Que bonito sería si ese anciano, antes de que le ocurra todo esto, subiera al tejado y viese como un meteorito gigantesco se va acercando a la tierra provocando enormes y espectaculares efectos especiales nunca vistos en una pantalla grande, incluyendo un final inesperado.
Que nadie se preocupe, lo único seguro es que todos tendremos nuestra propia Apocalipsis, seguramente sólos, eso si que puede acojonar si se para uno a pensarlo. Entonces echaremos de menos un gran cataclismo final, como colofón merecido a nuestra vida.