domingo, 7 de diciembre de 2008

BOSQUE DE CUERNOS

Si señor, he visto la luz. El otro día estuve por segunda vez en un concierto de Skizoo y aunque no voy a decir que es el mejor grupo que he visto ni el mejor concierto en el que he estado, si que me echaron las largas cual gato a punto de atropellar.

Vendito sea el buen rock cantado en castellano, sin miedo a que todo el mundo entienda lo que quieras decir o para que sólo unos pocos vean que no dices nada en una lengua extraña. Cierto que a algunos le hacen falta cantar en inglés para perder la vergüenza de decir lo que sea, pero que luego no digan que lo hacen para llegar a un mercado más amplio, jojo, la cosa está para vender por todo el mundo tu música. A ver si hay suerte y algunos salimos de Málaga para tocar, igual en Albacete el acento escocés del cantante no es muy entendible, si.

A lo que iba, que se me va la pinza, los Skizoo me enamoraron hace un par de años cuando los vi en la feria pero el pasado viernes me sumergieron en un delirio que ya quisiera para sí Teresa de Jesús. Una tras otra, las canciones y sólo unas pocas cervezas (de esas que te ponen el la vivero) animaron al personal como si estuviéramos en un rito pagano ancestral. Y cuando Morti nos pidió el bosque de cuernos nadie dudo en levantar las manos encuernadas para que todos a la vez entráramos en comunión con el rock en ese lugar que se acababa de convertir con ese gesto en un sitio tan sagrado como la capilla sixtina o la misma meca. No recuerdo si había escuchado antes la expresión "Bosque de Cuernos", ni si los que estaban allí tampoco, pero igual que yo todos sabíamos a que se refería al instante, mire ud, que prodigio de gentío más coordinado y metalero.

Es genial que algo tan grande y que mueve a tanta gente como es el Rock de verdad apenas se haga ver en la tele o donde la mayoría lo pueda ver, y que sólo “unos pocos” lo disfrutemos. Si señor, soy creyente, cada vez más, he vuelto a ver la luz y creo en el Dios Metal del Rock. Y a diferencia de otros, mi Dios no me dice que mate al infiel ni le obligo al prójimo a oír los cánticos que a mi me dan la paz.




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